Hace dos cursos, nuestro centro recibió una formación sobre sostenibilidad medioambiental. Como cristianos ya estábamos muy concienciados en este aspecto pero además, como docentes, creemos en el aprendizaje a lo largo de toda la vida y en el reciclaje de conocimientos. Lo que no sabíamos era que esa formación nos iba a brindar la oportunidad de profundizar en aspectos que reinventarían nuestras programaciones y nuestras clases, acercándolas a la naturaleza y, con ellas, a nuestro Creador.
Hoy en día, es bien sabido que el contacto directo con la naturaleza tiene muchos y variados beneficios para los seres humanos. Y a nivel teórico, sabemos que Dios después de diseñar cuidadosamente todo nuestro planeta, nos encomendó la tarea de “administrarla”. Lo podemos leer en Génesis 1:28, «Tengan muchos hijos, para que llenen toda la tierra, y la administren. Ustedes dominarán a los peces del mar, a las aves del cielo, y a todos los animales que hay en la tierra».
Es cierto que estamos concienciados sobre su cuidado y llevamos a cabo actuaciones relativas a la separación de los residuos, el despilfarro de recursos, la contaminación atmosférica, el consumo responsable, el desarrollo sostenible, etc. Somos conocedores de todo esto y nuestros discursos con el alumnado están llenos de estos conceptos tan importantes pero… ¿cuán presente está la naturaleza en tu aula?
Naturaleza en el aula
Hay una cita de Wangari Maathai que dice: “Hasta que no caves un agujero, plantes un árbol, lo riegues y lo hagas sobrevivir, no has hecho nada. Sólo estás hablando”. ¿Cómo pueden nuestros alumnos interiorizar todos los conceptos e informaciones que transmitimos sobre la naturaleza si no están en contacto con ella en nuestras clases? Hasta que no llevemos la naturaleza a nuestra aula, o más bien, hasta que no llevemos nuestra aula a la naturaleza, no hemos hecho nada. Sólo estamos hablando. La naturaleza se puede trabajar transversalmente desde todas las materias y asignaturas escolares pero para ello, debemos introducirlas intencionadamente en el currículo, empezando por el Proyecto Educativo de Centro, siguiendo por las Programaciones Didácticas y terminando por la Programación de Aula.
Pasos a seguir
Basándonos en las ecoauditorías y en la agenda 21 local, hay una serie de pasos a seguir de forma que se logre el objetivo de llevar tu aula, tu centro y tu comunidad educativa a la naturaleza.
Para empezar, hay que analizar la gestión ambiental que se está llevando a cabo en el centro para diagnosticar el punto del que partimos. Será necesario la lectura cuidadosa de los documentos institucionales (principalmente el Proyecto Educativo de Centro y las Programaciones Didácticas). A continuación, a través de una lluvia de ideas (en la que puede participar toda la comunidad educativa), hay que definir los aspectos que se desean mejorar o incluir en los documentos institucionales de forma que se pueda hacer realidad el objetivo de llevar nuestra aula a la naturaleza.
Ejemplos prácticos
Algunos ejemplos prácticos pueden ser: dar la clase en un espacio exterior al centro (parque, vía verde…), llevar a cabo un APS en un espacio natural cercano al centro, un huerto escolar en el que todos participen… Cada docente debe pensar cómo podría incluir esas propuestas en sus programaciones y trabajarlas como contenidos transversales.
Por supuesto, todo plan debe materializarse en un calendario de actuaciones de fácil acceso para todo el centro y sobre el cual se articularán las Programaciones de Aula. Y como en todo proceso, durante el mismo y también al final, será necesaria una evaluación que nos proporcione información sobre la consecución o no y el grado de los objetivos, actuaciones y medidas llevadas a cabo.
Resultados
Con ello, conseguiremos que el alumnado experimente una mayor sensibilidad a la creación de Dios, y al mismo Dios, a través de la contemplación y del contacto con las obras de sus manos. Así también nos lo recuerda Elena de White (1979): «Dios nos habla por medio de la naturaleza. Escuchamos su voz al contemplar la belleza y la riqueza del mundo natural. Vemos su gloria en las hermosuras trazadas por su mano. (…) Dios nos ha dado estas cosas, para que al contemplar las obras de sus manos podamos aprender acerca de él” (Cada día con Dios, 239). Al llevar nuestra aula a la naturaleza, estamos llevando a nuestros alumnos más cerca de Dios.
Autora: Nerea Armenteros, directora del colegio adventista Rigel de Zaragoza.