El 24 de marzo falleció el Dr. Raúl Posse y, aunque nos embarga ese vacío incomprensible de la ausencia, queremos rendir homenaje a su persona porque la educación adventista en España no tendría el mismo sentido sin él e Inés, su esposa.
Memoria oficial[1]
El Dr. Posse nació en San Miguel de Tucumán, Argentina, el 11 de marzo de 1927, hijo de doña Mercedes Álvarez y don Emidio Raúl Posse.
Su madre conoció la Iglesia Adventista del Séptimo Día cuando Raúl era pequeño, gracias a unas reuniones que se desarrollaron en la casa de su hermana, Ramona, y su cuñado, Nicolás Lindow. Este tuvo su primera aproximación al mensaje adventista gracias al trabajo de un colportor llamado Carlos Schmidt. Mercedes, la mamá de Raúl, decidió bautizarse y su hijo siguió sus pasos, cuando tenía alrededor de 12 años, en una ceremonia oficiada por el pastor Juan Armando Bonjour. Tiempo después, también su padre, Emidio, entregó su vida a Cristo por medio del bautismo.
Luego de un breve paso con su familia por la ciudad de Corrientes, regresaron a Tucumán. Estando allí, un colportor llamado Enrique Collins instó a su madre a enviarlo a estudiar al Colegio Adventista del Plata, hoy Universidad Adventista del Plata. A pesar de la resistencia inicial de su padre, Raúl estudió en esta institución tercero y quinto años del Secundario, siendo parte en 1945 de la primera promoción de bachilleres con reconocimiento del Ministerio de Educación de la Nación en esta casa de estudios. Continuó su formación en el mismo lugar, graduándose de Bachiller en Teología, en 1946.
Ya radicado en Buenos Aires, se graduó de profesor en Literatura, Castellano y Latín en el Instituto Nacional del Profesorado “Joaquín Víctor González”, en 1947. En 1959 obtiene el título de profesor en Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional del Litoral, con sede en Paraná, Entre Ríos. En 1965 concluyó la licenciatura en Teología en el Colegio Adventista del Plata. En 1973 se especializó en Organización y Administración Educacional por UNESCO, en la sede de Lo Barnechea, comuna de Santiago de Chile. En 1976, también por UNESCO, en la sede de la República de Panamá, obtiene la especialización en Psicología Social de la Administración Educacional. En 1986 homologó sus títulos en Italia y obtiene la Laurea (Dottore in Educacione).
En 1949 formó su hogar con Inés Schmidt, quien falleciera en el año 2016, hija de Carlos Schmidt, el colportor que llevó el mensaje adventista a su tío Nicolás Lindow. Inés era Maestra Normal Nacional, Profesora de Geografía y también una apasionada formadora de docentes por décadas, tanto en Argentina, como en España e Italia. Fue una gran compañera en la carrera docente y pastoral de Raúl. Tuvieron tres hijos: Mirta de Casarramona (psicopedagoga y magíster en Educación), Graciela (bioquímica, especialista en Microbiología Clínica y magíster en Educación Médica) y Raúl Ariel (ingeniero químico). Su familia se completa con cinco nietos y dos bisnietos.
El Dr. Posse ejerció su ministerio como profesor en el nivel secundario del Instituto Adventista Florida, En Buenos Aires, mientras simultáneamente desarrollaba tareas pastorales en Santos Lugares, San Andrés, Pergamino, Delta del Paraná y Junín entre los años 1947 y 1955.
En 1955 se trasladó al Instituto Adventista del Plata, en Entre Ríos, donde desarrolló su actividad hasta 1973. En ese tiempo se desempeñó como profesor y rector del Nivel Medio, además de enseñar en los cursos de teología. Organizó y gestionó la creación del Instituto Superior Adventista del Plata, con las siguientes carreras terciarias: Profesorado en Filosofía y Pedagogía, Profesorado en Ciencias Económicas, Profesorado para la Enseñanza Primaria y Secretariado Administrativo. Las clases comenzaron, con autorización provisoria en 1967. En 1969 la Superintendencia Nacional de Enseñanza Privada, dependiente del Ministerio de Educación de la Nación (Argentina) aprobó la creación del Instituto Superior Adventista del Plata que nucleó todas las carreras terciarias del Colegio Adventista del Plata, con excepción de teología. El Dr. Posse fue el primer rector. Este instituto terciario fue el paso previo que permitió que la institución alcanzara estatus de Universidad en 1990.
En 1974 se trasladó a España, donde fue el creador y director general del Centro Educativo de Sagunto, en Valencia, España. También se desempeñó como director del Departamento de Educación de la Unión Sud europea que abarcaba, además de Europa, África y las islas del Atlántico.
En 1983 fue designado director de Educación de la Unión Española y profesor de Teología en el Colegio Adventista de España, en Sagunto.
Desde 1985 hasta 1992 fue profesor y director general del Instituto Superior “Villa Aurora”, ubicado en Florencia, Italia. También fue director del Departamento de Educación y Familia de la Unión Italiana.
En 1993 volvió a España para desempeñarse como director del Departamento de Educación, y director y profesor del programa de maestría en Educación en el Colegio Adventista de España. También fue profesor en el programa de maestría en Educación de la Universidad Adventista del Plata.
Desde 1999 hasta 2005 colaboró en calidad de voluntario como profesor y coordinador de las maestrías en Educación en el Campus Educativo de Sagunto, Valencia, España.
Su actividad laboral trascendió las fronteras de la Iglesia Adventista, sirviendo también como consultor y asesor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de la Organización de Estados Americanos (OEA) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Dictó clases, conferencias y seminarios en las universidades de Madrid, de Barcelona, Valencia, León, Florencia, Padua y Palermo en Italia.
Estos servicios nacionales e internacionales del Prof. Posse prestigiaron a la Iglesia Adventista del Séptimo Día y facilitaron trámites para el desarrollo de su programa educacional, tanto en América como en Europa.
Escribió numerosos artículos y fue autor de dos libros: Para el niño. El arte de saber educar, en coautoría con Julián Melgosa, y El valor de los valores. Importancia de su transmisión, también un trabajo colaborativo con Roberto Badenas.
Memoria personal
Sé con certeza que muchos de vosotros tomaríais con gusto este espacio para dar el testimonio vivo de la influencia del Dr. Posse en vuestras vidas. Permitidme ser voz vuestra y recuerdo conjunto.
La primera vez que escuché hablar de los señores Posse, porque no se los puede considerar entes separados, fue en casa de mi tía Mari y por medio de mi prima Mari Tere Sierra. Los comentarios que hacía del CAS, del
Nunca olvidaré la primera apertura del curso escolar. Estaba allí. Era un hombre grande y de semblante amable. Un hombre bueno e idealista que nos aportaba paz y seguridad. A esa apertura le siguieron muchas otras aperturas, y clausuras, y sermones. En todos ellos nos animaba a comprender que por las aulas solo se pasa una vez y que hay que aprovechar y disfrutar esa oportunidad. Nos exhortaba a ser como la brújula al polo y tener identidad cristiana bien definida y activa. Ambos principios surgían de los textos inspirados e inspiradores de Ellen G. White. Hoy se habla mucho de esto pero los iniciadores en España del método White fueron ellos.
Disfruté, en el BUP, de cada clase de Geografía de Inés. Me emocioné la primera vez que fui a Renania porque había oído hablar tanto en sus clases de la cuenca del Ruhr que era como revivir las intensas lecciones del geógrafo viajero. Y de sus clases de cocina vegetariana porque pocos secretos se le escapaban, como buena argentina de origen germano, del arte de los fogones y hogazas. Era una mujer entrañable que llevaba España en su corazón. Años después, en su casa de Libertador, cuando íbamos a visitarles, nos preguntaba hasta la extenuación por sus conocidos de aquí.
He de reconocer que, en mis primeras clases de Teología, me extrañó el método de enseñar del Dr. Posse. Estaba desconcertado hasta que alguien me indico su secreto: “no está preocupado en informar sino en formar”. Y era cierto. No le preocupaba la transacción de datos sino la transformación del estudiante. Y doy testimonio por mi mismo, me ayudó a ser mejor persona. No solo hablaba de la educación integral y en libertad sino que te ayudaba a ser más íntegro y libre. ¡Qué nostalgia de esas lecciones!
Personalmente, nunca le agradeceré suficientemente (y Esther, mi esposa, comparte este sentimiento) que nos animara a terminar Teología en el Colegio Adventista del Plata (hoy, Universidad Adventista del Plata) porque me abrió los ojos al milagro de la Iglesia Adventista de Sudamérica. Allí fortalecí mi relación con la Biblia y con el Espíritu de Profecía, allí comprendí la relevancia hecha realidad de las instituciones educativas adventistas y comprendí que no hay iglesia sin un énfasis intenso en la misión. Tuve, como bonus, la oportunidad de conocer a Mirta (y a su esposo Armando) y a Graciela, hijas del matrimonio Posse y fieles reflejos de su talante y bienhacer. Lo dicho, mi vida no sería lo mismo sin estas personas.
Luego, con las idas y venidas de la vida, coincidimos como compañeros de trabajo o como codisertantes en encuentros. Siempre fueron de tal afabilidad que me instaban a la excelencia. Recuerdo con mucho cariño cuando se acercaba, casi en secreto, a Esther (sobre todo cuando le sometían no sin razón a régimen) y le decía: “Esthercita, haceme una tortilla de papas. Me recuerdan a las de mi mamita.” Y, cómo no, el tráfico casi ilegal, de tortilla española se producía.
Raúl, hasta el final de sus días fue docente. Siendo Vicerrector Académico de la UAP se me enfadaba porque no le daba más clases. No sabía cómo decirle que los años no pasan en balde porque tal vocación, su vocación de docente, derribaba cualquier argumento.
Hoy, a cargo de un departamento que él llevó mucho mejor de lo que yo jamás pueda llevar, debo dar la noticia de su ausencia. Me siento incapaz de presentar su semblanza oficial (por eso acudí al bienhacer de mis amigos argentinos) y apenas si sé recordar más allá de lo bueno que me hicieron los Posse.
Pero tengo certezas. Tengo la certeza de que, en breve, me los encontraré cara a cara en una tierra renovada donde el sistema educativo girará alrededor de la gracia que produjo la entrega de Cristo. Me los imagino en esa inmensa mesa donde los salvos disfrutarán de la alegría de la eternidad. Inés llevará una pascualina. Esther una tortilla neojerosolimitana (que habremos olvidado las nacionalidades) y Raúl, voseando y con una tonada dulzona, nos contará esas historias que nos acercaron a Jesús y nos hicieron mejores personas.
Sé que nos acompañaréis. Entre tanto, haced buena memoria de su legado: dad a la educación adventista la relevancia que merece (porque solo se pasará una vez por las aulas) y sed fieles con el ideario que nos identifica (como la brújula es fiel al polo). Ellos se lo merecen.
[1] Tomado de la nota oficial publicada en la página web de la Universidad Adventista del Plata.
Dr. Víctor Armenteros Cruz. Educación/Gestión de la Vida Cristiana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en España