“…y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.” (Mt 24,12)
Con respeto y tristeza leemos las profecías de Jesús en Mateo 24. Respeto porque comprendemos que Dios cumple su palabra y que ésta se hace realidad en la Historia y en nuestras historias. Tristeza porque el mal se extiende y vemos cómo la inhibición y el distanciamiento están al orden del día en las relaciones humanas. El mal, como irregularidad existencial, tiene múltiples facetas. Al final, muchas de ellas vinculadas con la violencia. Quizá la más dolorosa, porque se ensaña con los débiles y los pequeños, es la del abuso de menores.
En un estudio de la fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo)[1] realizado entre el 2008 y 2019 (analizando 89808 llamadas telefónicas y atendiendo 6183 casos) se afirma que se ha incrementado un 300,4% el abuso de menores. La mayoría con menos de 12 años (53,4%) y de forma reiterada (69%). En sus palabras:
El estudio constata que todos los parámetros analizados han empeorado a lo largo de la última década: aumenta el tiempo de padecimiento, la frecuencia de las agresiones, la gravedad y la urgencia se mantiene en las cotas más altas, siendo en el 95,3% de los casos necesario actuar con urgencia media o alta.[2]
Tristeza. Y no solo porque es una realidad creciente en nuestro entorno sino porque también se constata en algunos de nuestros colegios. Cuando esto sucede, la credibilidad en las instituciones educativas decrece, se enfría la confianza. No hablamos de fama u honor institucional sino que uno de los medios que tenemos para compensar el desarrollo de la maldad son las instituciones fundamentadas en valores que respeten a las personas. En los colegios adventistas se debiera percibir el olor a la Nueva Tierra, debiera ser un espacio seguro y confiable.
Nuestro lema es “Educar es redimir” y “redimir” es un concepto relacionado con el rescate. En nuestros colegios se debieran producir los protocolos y atmósferas que liberen a niños y adolescentes de abusos. Hay que llamar a la irregularidad con su nombre y actuar frente a ella. Y en este sentido es que surge el proyecto “Marcando ovejaslobo” en la Unión Española bajo la coordinación del Departamento de Educación y con el apoyo de los agentes educativos de sus colegios e iglesias. La base de este proyecto es una novela gráfica que sirve como plataforma para tratar el tema del abuso, identificar a los agresores y generar herramientas de acción ante estas situaciones.
La novela gráfica cumple los siguientes objetivos:
- Mostrarse en un registro propio de los niños y adolescentes de la actualidad: la comunicación icónica. La novela gráfica responde ante la necesidad de lecturas breves con imágenes clarificadoras.
- Recurrir a elementos comunes de la cultura popular. La relación de la novela gráfica con el cuento de “Caperucita Roja” es evidente. Queda patente el símbolo de la protagonista (el abuso se produce, según ANAR, en cuatro de cada cinco casos en niñas): Caperucita; y del antagonista: el lobo disfrazado. Además, la imagen de Jesús (Mt 7,15) de lobos rapaces disfrazados de ovejas (nosotros les hemos llamado ovejaslobo) es de empleo común.
- Identificar con claridad lo malo, los diferentes tipos de abuso. Los menores viven en una sociedad de moralidad relativista y con discursos ambiguos y desconcertantes que son fruto de la posverdad imperante. Es necesario un discurso que marque diáfanamente los límites de lo correcto y lo incorrecto.
- Contrarrestar la negación o la justificación. Gran cantidad de los menores y sus tutores legales, como autodefensa ante la agresión, opta por la negación (37,8%) o justificación (31,1%) de lo sucedido. En la novela gráfica se afronta la realidad como paso necesario para avanzar en la solución.
- Desculpabilizar al agredido. El menor, sin referentes sociales o religiosos, tiende a culparse en cierta medida del hecho. El material deja constancia que cualquier abuso de un menor no es culpa de éste sino del agresor.
- Evidenciar la enfermedad y el pecado. Aunque nuestra sociedad suele etiquetar cualquier irregularidad como enfermedad, es cierto que muchas de estas prácticas son pecado, con todo el peso de esta palabra. Hay perdón para el pecador, sí pero tras el arrepentimiento y cambio de práctica. Suavizar las irregularidades no permiten la redención (y no solo con el sentido de “rescate”).
- Empoderar al abusado. Uno de los objetivos esenciales de la novela gráfica es el de potenciar la capacidad de autogestión, reacción y autodesarrollo del menor. Debe saber como identificar lo irregular y marcarlo, tener la capacidad de enfrentarse a ello.
Esta propuesta surge de unos pocos con el anhelo de llegar a muchos y ayudar a que este mundo sea un poco mejor. Está en nuestras manos que haya menos tristeza en este planeta. Tenemos un mensaje de liberación para todos y, especialmente, para los pequeños y los débiles. En Cristo somos fuertes y lo podemos todo. Ayúdanos a rescatar
Puedes descargarte la novela gráfica en español en: Marcando ovejaslobo.
También tienes una guía de lectura para hacer actividades en tu iglesia o colegio en: Guía de lectura. Un póster en: Póster contra abuso. Y una presentación en: Presentación.
[1] https://www.anar.org/informacion-institucional/
[2] https://www.anar.org/estudio-anar-los-abusos-contra-menores-de-edad-se-han-multiplicado-por-4-en-la-ultima-decada/