El miércoles 11 de marzo, fue un día diferente para nuestra escuela. Nos habían comunicado el martes que, al finalizar las clases, la despedida no iba a ser un habitual «hasta mañana». Se percibía preocupación e interrogación en los rostros de las familias; nuestros niños y niñas no entendían muy bien qué estaba pasando; lo que todos teníamos claro es que no eran vacaciones. Este artículo pretende relatar brevemente cómo nuestro colegio ha tenido que reconvertirse en una escuela virtual, en tan sólo 24 horas, y lo que la experiencia vivida ha aportado a nuestra labor docente.
En los primeros momentos, pensamos que este confinamiento solo duraría dos semanas y, por tanto, nuestra principal preocupación era conseguir que nuestro alumnado no perdiera ningún tipo de aprendizaje. En consecuencia, nos lanzamos a enviar materiales y actividades en todas las áreas como si nada hubiera pasado. Esos quince días fue tiempo suficiente para darnos cuenta de algunos aspectos fundamentales que nos obligaron a modificar nuestro planteamiento inicial.
Aspectos fundamentales
- La previsión de dos semanas se alargó hasta el fin del curso escolar, en junio. Decidimos abrir la mirada y planificar una carrera de largo recorrido donde todo nuestro alumnado pudiera llegar a la meta.
- No hemos contado con mucha ayuda por parte de la administración educativa, más bien ha supuesto una sobrecarga laboral meramente burocrática. Desde el equipo directivo, hemos propuesto herramientas y formación para nuestros compañeros/as docentes. Optamos por la plataforma Google Classroom para organizar las tareas en todas las áreas. En los Centros suele haber un compañero/a más avanzado en los temas digitales; nosotros también hemos contamos con un ángel digital (que diría Alberti). Nos ha acompañado en todo el proceso preparando tutoriales para el profesorado y el alumnado, así como realizando todas las gestiones necesarias y como solucionador de problemas.
- No se aprende igual solo que en grupo. Es una realidad fehaciente que las relaciones en el aula aportan un feedback inmediato por parte del profesorado y de los compañeros/as que favorece y motiva el aprendizaje. Ser conscientes de esta idea nos ha llevado a reajustar la cantidad de tareas y los periodos de clase semanales para cada área.
- Las familias han sido nuestras compañeras de viaje en este proceso. En general, a las escuelas nos resulta difícil abrir las puertas del aula. Sin embargo, en esta ocasión enseguida nos percatamos de la necesidad de conocer las diferentes realidades y necesidades familiares para poder avanzar juntos. Con este fin hemos tratado de mantener el contacto y las líneas de comunicación abiertas con toda la familia escolar sin escatimar esfuerzos.
- Los mass media insistían en el mensaje de la unidad para conseguir parar al virus juntos. Esta idea también se convirtió en una necesidad en nuestro Centro. Trabajar como un solo equipo ha sido una de nuestras prioridades. La unidad entre los docentes ha aportado seguridad y confianza a las familias en este tiempo de crisis e incertidumbre. Por este motivo las reuniones se han multiplicado y, a sabiendas de que han supuesto un esfuerzo extra para el profesorado, también nos han aportado reflexión y un tiempo para compartir recursos, información y experiencias.
- Ante la abrumadora cantidad de datos en las redes, que ha mostrado la importancia de la comunicación, el Colegio ha servido para establecer canales confiables entre la Administración educativa y las familias, a través de los cuales la información clara y veraz, ha ayudado a evitar dudas e interpretaciones personales.
- En nuestra práctica educativa tendemos a valorar demasiado el aprendizaje de determinados contenidos e infravaloramos otros que son los que realmente perduran. El periodo de confinamiento nos ha obligado a repensar cuáles son los aprendizajes, hábitos y competencias que no tienen fecha de caducidad y que, por tanto, debemos priorizar porque serán útiles a nuestros alumnos/as en la escuela presencial, en la virtual y en todas las etapas de la vida: solidaridad, paciencia, responsabilidad, autonomía, organización, valor y esfuerzo personal.
- La evaluación es una de las tareas docentes más complejas. Y en esta situación hemos tenido que replantearnos algunas ideas preconcebidas e inercias. Es nuestra asignatura pendiente después de esta pandemia, sobre la que tendremos que seguir trabajando y desarrollando nuevos parámetros.
- El componente emocional ha tomado un gran protagonismo en esta crisis sanitaria. Algunos de nuestros alumnos y alumnas han tenido que enfrentarse a la posibilidad de perder un ser querido, la incertidumbre ante la falta de trabajo de sus progenitores, la falta de equipamiento e incluso el miedo a salir a la calle cuando las medidas de confinamiento se fueron relajando. El acompañamiento emocional ha sido otro aspecto al que le hemos dado un gran valor. Desde el inicio y a través de nuestras redes.
Autora: Ana Lugo, directora del colegio adventista Timón de Madrid.